A 4.200 metros sobre el nivel del mar, se encuentra uno de los tres ferrocarriles mas altos del mundo, el tren de las nubes, que atraviesa vertiginosas montañas de la cordillera de los andes. Su camino se inicia en la ciudad de Salta, pasa por el valle de Lerma para introducirse en la quebrada del toro y llegar hasta la puna. El recorrido de 434 km se lleva a cabo en mas o menos 15 horas, atravesando 29 puentes, 21 tuneles, 13 viaductos, 2 rulos y 2 zigzags.
En muchas oportunidades calificamos ciertas aventuras de riesgo como “No aptas para cardíacos” por el gran esfuerzo físico que éstas demandan, sin embargo en este caso, aún viajando cómodamente sentados en un tren, los cardíacos también deberán abstenerse porque durante 3 horas transitaremos rondando los 4.000 metros sobre el nivel del mar. Un ámbito normal para volar en un avión con cabina presurizada pero hostil para moverse abordo de un ferrocarril.
A estas alturas el aire se torna enrarecido y algunos pasajeros afectados, sólo encuentran alivio al respirar oxígeno puro directamente desde los tubos ubicados en cada vagón.
La Historia del Tren
Unir el norte de Argentina y Chile con un tren cruzando la Cordillera de Los Andes fue un proyecto que tardó casi 60 años en materializarse. Los estudios comenzaron en el año 1889, mientras que la construcción se inició recién en 1920, estando a cargo del Ing. Ricardo Maury. Luego de innumerables interrupciones, las obras llegaron a su fin cuando los rieles argentinos se unieron a los chilenos. El tercer tren más alto del mundo fue inaugurado el 20 de febrero de 1948, pero su explotación turística recién comenzó hace 30 años siendo administrado por el estado argentino, quien tenía a su cargo los ferrocarriles del país. En 1991 todas las líneas férreas fueron privatizadas y desde entonces el tren turístico pasó a manos de capitales salteños.
El Itinerario
El recorrido comprende los primeros 217 kilómetros del ramal ferroviario C-14 que une la ciudad de Salta con el puerto de Antofagasta Chile, sobre el Océano Pacífico. El tren llega justo hasta el espectacular Viaducto de la Polvorilla, donde realiza la primera parada de sólo 20 minutos. Desde allí emprende el retorno por la misma vía.
En su ruta ascendente pasa sin detenerse por las estaciones Alvarado, Rosario de Lerma, Campo Quijano, Quebrada del Toro, Alisal, Puerta de Tastil, Meseta, Diego de Almagro, Cachinal y San Antonio de los Cobres, donde al regresar del viaducto, realiza su segunda y última parada de media hora.
El tren atraviesa veintinueve puentes y diecinueve túneles, mientras va ganado altura trepando en un ángulo menor al 5 %. Un mayor ángulo obligaría al uso de sistemas con cremalleras de gran costo. La necesidad de ganar mayor altura en cortas distancias, se resuelve en dos ocasiones empleando el sistema Zeta. El más pintoresco es el llamado zig-zag de “El Alisal”, donde la formación avanza y retrocede en la misma ladera del cerro, cambiando de vías siempre en ascenso. En uno de los ángulos de la zeta que dibujan las vías, el tren debe ingresar en un túnel curvo oscuro y sin salida de 88 metros de longitud, para cambiar de vías. Con este ingenioso recurso se ganan 54 metros.
Durante el invierno, el tren parte de la ciudad de Salta los viernes y sábados a las 7 de la mañana. Como el viaje es muy largo y la velocidad lenta, el regreso recién está programado para las 22:30 horas. Son más de 15 horas para recorrer un total de 434 Km., partiendo con 1.187 metros de altura para trepar hasta los 4.300. El Tren a las Nubes es el tercero en altura en el mundo; el más alto también cruza Los Andes en Perú, con 4.816 metros sobre el nivel del mar.
La Partida
Los pasajeros son convocados en el hall de la estación ferroviaria de Salta, una hora antes del amanecer. Allí, son recibidos por un madrugador conjunto folklórico interpretando las famosas zambas salteñas; bonito detalle que sorprende gratamente a los viajeros en la fría madrugada norteña. Más cerca del andén aparecen los vendedores ambulantes recomendando la compra de hojas de coca para mascar durante el viaje y así evitar los males de la altura. Al cambio, la bolsita de las verdes hojitas cuesta menos de 1 dólar y todos compran ante la promesa que el personal del tren les enseñará a coquear.
El tren parte puntualmente con una formación de 7 vagones para un total de 520 pasajeros y otros coches especialmente diseñados para bar, comedor y consultorio médico para primeros auxilios, bastante visitado cuando alcanzamos las máximas alturas. Docenas de televisores ubicados estratégicamente informan a los pasajeros sobre los detalles del viaje y durante el regreso pasan películas de largo metraje.
Los pasajeros son asistidos en cada vagón por un guía turístico bilingüe, que contesta con cordialidad y sapiencia las preguntas más insólitas sobre la antigua costumbre lugareña de mascar hojas de coca mientras describen el maravilloso recorrido. Como convalidando la importancia de la coca en la región, los turistas son sorprendidos a poco de partir con la degustación del famoso “te de coca”, bien promocionado por sus virtudes para disipar el malestar que acompaña al apunamiento provocado por las alturas. Las próximas tazas de la misteriosa infusión, serán facturadas en el coche-bar a bajo precio.
Un pequeño kiosco vende esos elementos indispensables que siempre necesitamos en los viajes largos y una estafeta postal abordo, permite franquear la correspondencia y postales con estampillas y matasellos exclusivos del tren. Fumar en los vagones está prohibido pero se permite en un pequeño sector muy ventilado localizado entre los coches.
Viajando en el Tren
Al partir de Salta, comienza a despuntar el día. El amanecer nos sorprende atravesando los pueblos aledaños a la gran capital andina. Hace falta recorrer una hora para que los paisajes naturales nos rodeen. Montañas de colores opacos bajo un límpido cielo celeste, salpicado al principio con algunos vacunos, más adelante sólo ovejas y luego apenas algunas cabras, llamas y vicuñas.
El porcentaje de humedad es bajísimo en la zona, casi siempre por debajo del 20 %. Muy rara vez nieva pero los fríos son intensos, agravados por la influencia del viento. En la segunda semana de setiembre del 2003, cuando realizamos este viaje, la temperatura llegó a 12º bajo cero en San Antonio de los Cobres. Allí, nuestro altímetro nos indicaba 3.774 metros y continuamos subiendo hasta los 4.220 que nos mostró en su punto culminante, el Viaducto de la Polvorilla.
Este viaducto mide 260 metros de longitud y está construido a 23 metros de altura sobre el valle. Su trazado es curvo, levemente peraltado y en su recorrido el tren trepa 4,50 metros. Su estructura de hierro principal fue realizada en Trieste, Italia, terminándose las obras en 1932, siendo habilitado recién en 1948.
A estas alturas el aire se torna enrarecido y algunos pasajeros afectados, sólo encuentran alivio al respirar oxígeno puro directamente desde los tubos ubicados en cada vagón.
La Historia del Tren
Unir el norte de Argentina y Chile con un tren cruzando la Cordillera de Los Andes fue un proyecto que tardó casi 60 años en materializarse. Los estudios comenzaron en el año 1889, mientras que la construcción se inició recién en 1920, estando a cargo del Ing. Ricardo Maury. Luego de innumerables interrupciones, las obras llegaron a su fin cuando los rieles argentinos se unieron a los chilenos. El tercer tren más alto del mundo fue inaugurado el 20 de febrero de 1948, pero su explotación turística recién comenzó hace 30 años siendo administrado por el estado argentino, quien tenía a su cargo los ferrocarriles del país. En 1991 todas las líneas férreas fueron privatizadas y desde entonces el tren turístico pasó a manos de capitales salteños.
El Itinerario
El recorrido comprende los primeros 217 kilómetros del ramal ferroviario C-14 que une la ciudad de Salta con el puerto de Antofagasta Chile, sobre el Océano Pacífico. El tren llega justo hasta el espectacular Viaducto de la Polvorilla, donde realiza la primera parada de sólo 20 minutos. Desde allí emprende el retorno por la misma vía.
En su ruta ascendente pasa sin detenerse por las estaciones Alvarado, Rosario de Lerma, Campo Quijano, Quebrada del Toro, Alisal, Puerta de Tastil, Meseta, Diego de Almagro, Cachinal y San Antonio de los Cobres, donde al regresar del viaducto, realiza su segunda y última parada de media hora.
El tren atraviesa veintinueve puentes y diecinueve túneles, mientras va ganado altura trepando en un ángulo menor al 5 %. Un mayor ángulo obligaría al uso de sistemas con cremalleras de gran costo. La necesidad de ganar mayor altura en cortas distancias, se resuelve en dos ocasiones empleando el sistema Zeta. El más pintoresco es el llamado zig-zag de “El Alisal”, donde la formación avanza y retrocede en la misma ladera del cerro, cambiando de vías siempre en ascenso. En uno de los ángulos de la zeta que dibujan las vías, el tren debe ingresar en un túnel curvo oscuro y sin salida de 88 metros de longitud, para cambiar de vías. Con este ingenioso recurso se ganan 54 metros.
Durante el invierno, el tren parte de la ciudad de Salta los viernes y sábados a las 7 de la mañana. Como el viaje es muy largo y la velocidad lenta, el regreso recién está programado para las 22:30 horas. Son más de 15 horas para recorrer un total de 434 Km., partiendo con 1.187 metros de altura para trepar hasta los 4.300. El Tren a las Nubes es el tercero en altura en el mundo; el más alto también cruza Los Andes en Perú, con 4.816 metros sobre el nivel del mar.
La Partida
Los pasajeros son convocados en el hall de la estación ferroviaria de Salta, una hora antes del amanecer. Allí, son recibidos por un madrugador conjunto folklórico interpretando las famosas zambas salteñas; bonito detalle que sorprende gratamente a los viajeros en la fría madrugada norteña. Más cerca del andén aparecen los vendedores ambulantes recomendando la compra de hojas de coca para mascar durante el viaje y así evitar los males de la altura. Al cambio, la bolsita de las verdes hojitas cuesta menos de 1 dólar y todos compran ante la promesa que el personal del tren les enseñará a coquear.
El tren parte puntualmente con una formación de 7 vagones para un total de 520 pasajeros y otros coches especialmente diseñados para bar, comedor y consultorio médico para primeros auxilios, bastante visitado cuando alcanzamos las máximas alturas. Docenas de televisores ubicados estratégicamente informan a los pasajeros sobre los detalles del viaje y durante el regreso pasan películas de largo metraje.
Los pasajeros son asistidos en cada vagón por un guía turístico bilingüe, que contesta con cordialidad y sapiencia las preguntas más insólitas sobre la antigua costumbre lugareña de mascar hojas de coca mientras describen el maravilloso recorrido. Como convalidando la importancia de la coca en la región, los turistas son sorprendidos a poco de partir con la degustación del famoso “te de coca”, bien promocionado por sus virtudes para disipar el malestar que acompaña al apunamiento provocado por las alturas. Las próximas tazas de la misteriosa infusión, serán facturadas en el coche-bar a bajo precio.
Un pequeño kiosco vende esos elementos indispensables que siempre necesitamos en los viajes largos y una estafeta postal abordo, permite franquear la correspondencia y postales con estampillas y matasellos exclusivos del tren. Fumar en los vagones está prohibido pero se permite en un pequeño sector muy ventilado localizado entre los coches.
Viajando en el Tren
Al partir de Salta, comienza a despuntar el día. El amanecer nos sorprende atravesando los pueblos aledaños a la gran capital andina. Hace falta recorrer una hora para que los paisajes naturales nos rodeen. Montañas de colores opacos bajo un límpido cielo celeste, salpicado al principio con algunos vacunos, más adelante sólo ovejas y luego apenas algunas cabras, llamas y vicuñas.
El porcentaje de humedad es bajísimo en la zona, casi siempre por debajo del 20 %. Muy rara vez nieva pero los fríos son intensos, agravados por la influencia del viento. En la segunda semana de setiembre del 2003, cuando realizamos este viaje, la temperatura llegó a 12º bajo cero en San Antonio de los Cobres. Allí, nuestro altímetro nos indicaba 3.774 metros y continuamos subiendo hasta los 4.220 que nos mostró en su punto culminante, el Viaducto de la Polvorilla.
Este viaducto mide 260 metros de longitud y está construido a 23 metros de altura sobre el valle. Su trazado es curvo, levemente peraltado y en su recorrido el tren trepa 4,50 metros. Su estructura de hierro principal fue realizada en Trieste, Italia, terminándose las obras en 1932, siendo habilitado recién en 1948.
( Fuente de información, diario La razon )
1 comentario:
Nada mas aventurero que el tren que sale de temperley y va a Jose leon Suarez. Sin rulo, sin zigzag, sin apunamiento. Y mas barato.
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